miércoles, 16 de mayo de 2012

El juego de las patrañas



El juego de las patrañas
puede hasta tener su gracejo
si yo sé que tú me engañas,
más finjo que no me entero;
y cuando te cae encima
la pesada losa del arrepentimiento
disfruto de tus hermosas
disculpas en verso.
Pero ¡Maldita la gracia!
que tiene el puñetero juego,
cuando en compulsivo jugador
se convierte el aranero,
y haciendo de la patraña enseña,
muestra su lado traicionero.
¡Niño, ya me cansé de jugar!
así que ¡A otro perro con ese hueso!
y si sabes rezar, reza
para que no se me ocurra
hacerte probar de tu veneno

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